9 de mayo de 2007

VIDA Y EMOCION (III Y FINAL)

Aquí termina esta saga de mis principales retos en esta vida: necesito probarlos todos!!!. Es verdad que ya he hecho mis pinitos en algunas de estas cosas, espero que os entusiasme tanto como a mi estas descargas de adrenalina naturales y disfrutéis tanto como yo de las posibilidades de la naturaleza:


Amarrados a la tierra

La verdadera guerra con los dioses se disputa en el terreno de los hombres. La diosa de la tierra y las montañas Gea mantiene un constante pulso con aquellos que desean subir y explorar hasta los lugares más recónditos del planeta. Ellos son los escaladores, los hombres arañas que no dudan en subir las montañas en un verticalismo extremo desafiando así a la dueña del terreno Gea.

Ellos son los que no temen al vértigo y su deporte: el alpinismo. Sin duda un deporte de grandes alturas. En actualidad es uno de los deportes considerado de alto riesgo y en su particular guerra se necesita fortaleza física de brazos y piernas además de la destreza técnica del escalador. Sin esas claves, la práctica de este deporte puede ser bastante arriesgada. Algo más que engancharse a la roca, algo más que ver el mundo cada vez más pequeño, como muchos de sus practicantes admiten es sentir la fuerza y el poder que te otorga llegar a la cima de la montaña, es sentirse superior al resto del mundo.


Desde luego que este deporte no puede ser practicado por cualquiera, de ahí que hayan surgido actualmente numerosas variantes que animan a las demás personas a iniciarse en el montañismo, senderismo o el descenso de barrancos. Este último considerado como una variedad muy intensa con pasajes entre montañas y ríos junto al placer de la intromisión en lugares muy poco observados por el ojo humano.
El barranquismo consiste en la progresión por el cauce de un barranco salvando sus desniveles utilizando una técnica mezcla de espeleología y alpinismo.
Gea, al igual que Neptuno, no pone las cosas fáciles a los que desean encandilarla subiendo o bajando por sus bellas laderas y riachuelos perdidos entre las rocas, sino que pondrá a los enemigos un ejercito propio formado por zonas llenas de dificultades para descender entre caos de rocas, saltar a pozas o pasar por desfiladeros estrechísimos.
Los dioses han perdido esta guerra, el ser humano ha descubierto el punto débil de sus creadores y ahora saben tanto o más que ellos. Ahora podemos disfrutar en pleno rendimiento de todas las maravillas que nos ofrece la tierra.
Estos son los principales deportes, ya no de riesgo, denominémosles mejor: deportes de disfrute intenso.
Donde el hombre se reencuentra con su lado más puro, más salvaje y nunca visto, para poder acceder a innumerables sensaciones jamás descritas por otros deportes.
El cien por cien de nuestro cuerpo al servicio de la naturaleza, en una guerra que ni los dioses podrán ganar: la aventura de sentirse libre.

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